martes, 17 de agosto de 2010

¿Por qué escribo?

Por Celeste Lucca
A la escritura por otras puertas
Año 2009

A partir de “Los tres mosqueteros” de Alejandro Dumas.
“A nosotros echen la culpa del placer o del aburrimiento que esta obra produzca.
Sentado esto, pasemos a nuestra historia.”
Alejandro Dumas “Los tres mosqueteros”

¿Borges habrá leído a Dumas?, cuánto de cierto hay en eso que suelen decirme de que más que leer lo nuevo debería leer lo viejo, lo fundacional. Conocer a Jorge Luis, sí, pero ver antes (o después, pero antes que a otros) a aquellos que estuvieron antes que él; aquellos a lo s él leyó y admiró.
Y ¿porqué escribir?, ¿para qué?, es la eterna pregunta que jamás me he hecho, y jamás me hago.
Escribo porque así me sale, no es ni siquiera una elección, o así me gusta creerlo. Escribo y leo como respiro. Porque es lógico, es natural en mí, es lo que debo hacer.
Que lo haga bien o mal queda a juicio y criterio de quien lea mis líneas. Eso, sin embargo, no representa un límite a que lo siga haciendo.
Intentar cosas nuevas; soltar la lapicera y que mi mente corra sola sin ataduras, sin estructuras bien meditadas en las cuales lo que salga tenga que cuadrar a la perfección; escribir mejor, signifique lo que eso signifique; ser más yo cuando escribo, ésas sí son elecciones, las únicas posibles, al menos para mí.
Y si la locura de la tinta libre me trae comodidades, trabajo y demás, bienvenidas sean. Y sino, lo mismo seguiré escribiendo.
Esto es tal cual lo digo. Es decir, una completa falsedad.
Tal vez no sea tan así. Tal vez comencé a escribir porque era una necesidad y ahora simplemente queda lindo decirlo. Tal vez necesitaba de la hoja escuchándome y ahora tan sólo sea un capricho.
Salvo por el hecho de que no dejo de hacerlo y lo hago sin obligarme.
Tal vez lo que escribo, como las palabras mismas, sea una mentira útil y nada más.
Una falsa catarsis, un refugio potencial, el último reducto de mi libertad; único lugar donde soy. Realmente. Falsamente. Ficticiamente.

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