lunes, 23 de agosto de 2010

Gracias por el hielo

Karina Comas
"A la escritura por otras puertas"
Año 2009

-Hablemos de su técnica- le dije mirándolo tímidamente a los ojos
-¿Cuál de ellas?, me preguntó con sorna ¿La del arte de seducir mujeres? O tal vez la de cómo aplastar la tecnología y recuperar el goce de tener libros entre los dedos? También le puedo hablar de construir crónicas en medio de las balas de cualquier guerra…
-Cualquiera de las que me nombró me resultan intrigantes, pero aún puedo vivir sin el arte del levante de féminas, me llevo muy bien con los celulares conviviendo con mis libros y en cuanto a las guerras, trato de no leer demasiado. La técnica a la que me refiero es más urgente, más vital y sanguínea para mí…sentencié frente a aquel hombre canoso y descaradamente alto cuya mirada enamoraba hasta las estatuas.
-Hable, hombre, vaya al grano-apuró mientras tintineaba los cubos de hielo de su segundo vaso de whisky escocés.
Justo a mí me. habla de ir al grano, justo él que es el maestro de la creación, del suspenso, de la concesión al lector.
A mí que siempre le quise preguntar todo, o algo, o simplemente copiarlo en unos cuantos párrafos. A mí que había leído más cuentos suyos que de ningún otro y adornaba mi biblioteca obsesionada con sus libros. A mí que hoy lo miro atónito por sus destrezas latentes, por su sistema de caja negra. Parado ahí, emulando a García Márquez
dirimiéndome entre el lector admirador y el periodista que tenía la oportunidad de hacer el reportaje de su vida.
Me gana el lector enamorado de su autor y disparo:
-La del iceberg, esa creación suprema de no decir, de sugerir con lo no dicho, Ernest…
-En literatura se está limitado por los que ha sido hecho satisfactoriamente. Así que he tratado de aprender algo distinto. Primero de eliminar todo lo que es innecesario, comunicarle al lector mi experiencia, de modo que después de leer algo, él se convierta en parte de mi experiencia y le parezca que realmente ha ocurrido. Luego viene el diálogo, par darle vivacidad y sentido. Pero hay algo que debe recordar en especial : la misión del escritor es decir la verdad. En el iceberg, la parte que se ve es la verdad y la de abajo, la invisible, es la poesía a que se le imprime. Van de la mano, la retórica y la literatura le permiten el trazo lúdico, el sabor mezclado entre lo dulce y lo amargo, mientras que lo que emerge es una fotografía directa y fuerte- explicó con tono de maestro.
Tiempo después, el iceberg se desplomó, se derritió y se fragmentó en miles de espejos pequeños. Y aquella fotografía directa y fuerte se transformó en un disparo certero de escopeta salido de sus manos grandes que gatillaron el injusto suicidio que aún retumba en las letras de todo el mundo

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