lunes, 13 de septiembre de 2010

Poema

Por María Paz y Melisa
Año 2010

Un día ocurrió
Eros y Tánatos al unísono en el tiempo
traspolados, sulfatados, lejos.
En el Pont des Arts,
vestidos de clochards.

Entre las chispas que salpican sus plumas
al rozar el papel,
ahí mismo, desde opuestos se igualan.
No hay fornteras
aunque las delimiten los mapas.

Le llegó a Tánatos una carta de Eros,
en la carta decía que no se fuera
que no, que no,
que la quería viva.
Tánatos no respondió.
Tánatos había vuelto.

Le dejó a Rocamadour
sus trabajos, sus noches y sus muñecas.

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